Tu mirada me duele, me alegra pero más me duele. Siento la
huida, tu venganza, tu rencor sonriendo, apacible y contento, pero no te
das cuenta, o no dices nada, quizá no sabes lo que pasa, por eso me
ofendes, me dices pendejo, estúpido, imbécil, farolero, cabrón hijo de
puta, lárgate a la chingada, pero cuando me voy me llamas, te pones
triste, te pones vestido, no te atreves a dejarme ir, tus piernas mi
prisión, no es mi modo de pensar, mis comentarios, mis intentos,
malditos intentos. Sinceramente no sé qué quieres de mí, me has quitado
toda oportunidad de quedarme o irme ¿dónde estoy? Suspendido, a la
deriva. Cualquier momento he de tener el valor que necesito para decirte
adiós, si ya sabemos qué debemos hacer por qué no lo hacemos, pinches
mexicanos, si no seremos adictos al dolor, al sabor de la nostalgia al
recordarnos, al ver en mi memoria esa luz de tus ojos cuando me veías, y
sentir la angustia por saber que ya no se ve eso que tú veías en mí, ya
no hay brillo, por eso me duele tu mirada. Lapidaria.

