Son las 6 de la mañana. Hay que levantarse para salir de viaje.
Comimos un desayuno completo, alguien puso en el vaso de la licuadora leche con chocolate, plátano, un huevo, manzana y avena, con una taza para cada quién bastó. Después preparamos sándwiches y empacamos frutas y un tequila. Salió el sol. Salimos de la casa y la familia nos deseó suerte. Nos propusimos no gastar dinero hasta llegar a nuestro destino: Guadalajara. Yo llevaba cien pesos, dos más traían consigo alrededor de 70 y otro más, quizá el más pudiente, llevaba 300. Salimos a la avenida entusiasmados, con objetivo de agarrar un raite que nos lleve a la carretera internacional y ahí buscar suerte. Obtuvimos el raite y caminamos desde la colonia El Conchi hasta la curva que se dirige a Urías, para luego salir de la ciudad.
Comimos un desayuno completo, alguien puso en el vaso de la licuadora leche con chocolate, plátano, un huevo, manzana y avena, con una taza para cada quién bastó. Después preparamos sándwiches y empacamos frutas y un tequila. Salió el sol. Salimos de la casa y la familia nos deseó suerte. Nos propusimos no gastar dinero hasta llegar a nuestro destino: Guadalajara. Yo llevaba cien pesos, dos más traían consigo alrededor de 70 y otro más, quizá el más pudiente, llevaba 300. Salimos a la avenida entusiasmados, con objetivo de agarrar un raite que nos lleve a la carretera internacional y ahí buscar suerte. Obtuvimos el raite y caminamos desde la colonia El Conchi hasta la curva que se dirige a Urías, para luego salir de la ciudad.

Ya eran las 12 del día. Vimos estacionada en una tienda a una camioneta roja con placas de Nayarit, en ella iban dos tipos, el acompañante del conductor era joven y estaba tarabiscoteado... y parecía no importarle la vida, peor que a nosotros; el conductor ya se miraba cuarentón. Le pedí un raite a Tepic, lo pensaron un rato, fueron al baño y compraron víveres, entre ellos cerveza, luego finalmente nos dijeron que nos subamos. Y ahí íbamos.
Nos fuimos por la libre, atrás en una camioneta roja con unos aparatos como sintetizadores. Una vez en la camioneta nos dispusimos a comer, bajo el sol absoluto y poderoso. Luego saqué la cámara y el tequila. Nos fuimos cotorreando y platicando todo el camino, pues nos esperaban varias horas de viaje. Todos nos preguntábamos: ¿qué hago aquí? Así, tomándonos fotos y contemplando el paisaje nublado, pasamos Tepic y ni nos dimos cuenta. Resultó que iban también a Guadalajara, qué suerte.
Por fin llegamos a Guadalajara, en el ocaso, nos dejaron en la entrada de la ciudad, por eso tuvimos que caminar un buen. Nos encontramos con un camión con el Che pintado con esténcil, no dudamos en tomarnos fotos porque somos seguidores, además de que ese día, 9 de octubre, murió él, pero de 1967.
Una vez entrando a la ciudad, llegamos a la casa de un amigo, había fiesta, nos bañamos y nos agregamos al festejo, era su cumpleaños.
Todo fue diversión, hasta el día siguiente: un poco de resaca y a dos de nosotros, los que viajamos con short, se nos quemaron las piernas por el sol del viaje, por eso nos tuvimos que poner alguna pomada barata.
En la gran ciudad, salimos al centro sólo a fisgonear porque no llevábamos dinero para comprar algún material superfluo; pero no se ocupaba dinero para divertirse y entrar en una manifestación contra la simpatía del Cardenal con el Gobernador de Jalisco a costa del pueblo. En la caminada y entre los senderos, aparte de verlos llenos de personas, vimos rondallas, monjes locos e indígenas. Vimos la necesidad cotidiana de las personas. Y a los obreros que gracias a ellos México existe. Después de pasar días vagando, en fiestas, paseos y bares, tuvimos que regresar a nuestro puerto. Tristes batallamos más en conseguir un raite de regreso y las familias se empezaron a preocupar. Esto continuará.
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