Por ese eterno deseo insatisfecho

Percibimos la realidad, la interpretamos; despues la criticamos y la analizamos, luego proponemos y la transformamos.

viernes, 7 de mayo de 2010

Gorge Orwell y la descripción del mundo


Las fabulosas esstadísticas continuaron brotando en la telepantalla (que había comida, que todo iba bien, que no hay violencia, etc). Winston meditaba, resentido, sobre la vida. ¿Siempre habìa sido asì; siempre habìa sido tan mala la comida? Miró en torno suyo por la cantina. Todo resquebrajado, lleno de manchas y saturado de un insoportable olor a ginebra mala, a mal café, a sustitutivo de asado, a trajes sucios. Constantemente se rebelaban el estómago y la piel con la sensación de que se les habìa hecho trampa privándoles de algo a lo que tenían derecho. Desde luego, Winston no recordaba nada que fuera muy diferente. En todo el tiempo a que alcanzaba su memoria, nunca hubo bastante comida, nunca se podían llevar calcetines ni ropa interior sin agujeros, los muebles habían estado siempre desvencijados, en las habitaciones había faltado calefacción, los metros iban horriblemente atestados, las casas se deshacían a pedazos, el pan negro, el té imposible de encontrar, el café sabía a cualquier cosa, escaseaban los cigarrillos y nada había barato y abundante a no ser la ginebra sintética. ¿Cómo iba uno a considerar todo esto intolerable si no fuera por una especie de recuerdo ancestral de que las cosas habían sido diferentes alguna vez?



Visto en 1984 de Gorge Orwell P. 42

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