
Todo iba bien, mejor de lo esperado: se despidió de su novia, cenó chilaquiles, se bañó y lavó las tortugas que tenía de mascotas, una se llamaba Maclovia y otra Hortensia. Una vez en la cama, acostado bocabajo empezó a leer, no entendía la filosofía existencialista. Tenía alrededor de 30 minutos leyendo cuando en un parpadeo se percató de dos antenas saliendo del borde del colchón, su vista alcanzó a ver a la criatura poseedora de las susodichas antenas: una asquerosa, negra e imprudente cucaracha. Raymundo sin mucho que pensar, tomó un guarache e intentó matarla, un golpe en el cuerpo no bastó, parecía mareada, daba vueltas intentando escapar. Al fin se refugió en algún sitio de cortina oscura de la ventana. Raymundo sacudió la cortina y el colchón pero la cucaracha no salió. En un acto de heroísmo levantó toda la cortina con una mano mientras que con la otra sujetaba el latente guarache vengador. Vaya sorpresa que se llevó cuando desde el más profundo rincón de la esquina de su ventana escapó volando el metiche insecto. Raymundo, del susto por la impresión, cerró los ojos y no vio en dónde aterrizó, la buscó en todo el cuarto pero nada, como si hubiera desaparecido de la faz de la habitación. Creyó inoportuno seguir leyendo, además sus incómodos pensamientos no lo iban a dejar. Desde luego, empezaron las hipótesis, desde que si me sale por atrás, si vuela y me cae en la cabeza, o ya dormido que llegue a la cama, se me suba encima y entre por uno de mis orificios del cuerpo, todo esto le siguió con varios reproches a la evolución animal, ¿por qué las cucarachas tienen alas? Es injusto para las ratas, lagartijas, arañas y/o serpientes.
Luego de descansar de aquella pequeña batalla, que claro, perdió; prendió el televisor, estaban los Simpson y su teatro absurdo, irracional y sin sentido, burlándose de la vida de los humanos; en el capitulo March amenazaba a Bart con castigarlo borrándole sus tonos preferidos del celular, o lo que es peor: despojarlo del Internet; absurdo pero cierto, en cuanto a castigos infantiles del siglo veintiuno.
Después de un rato de que Raymundo recobrara confianza en su cuarto, siguió buscando a la cucaracha, lo distrajo el calendario que tenía colgado en la misma pared que se encuentra el aire acondicionado. Era uno de esos que tiene una foto de diferente chica para cada mes, estaba una morena perfectamente maquillada posando en un pupitre, señalando marzo, había un error, en ese tiempo era abril. Intentó cambiar de hoja pero antes de que pudiera, escuchó un fuerte zumbido, luego la cucaracha le pasó frente a sus ojos. ¿Alguien sabe por qué cuando vuelan, las cucarachas no parecen cucarachas?
Ahí estaba la guerrera, enfrentándose valientemente, riéndose, mofándose de un ser que puede ser más de un millón de veces más grande que ella. Raymundo –por fortuna- vio dónde aterrizó y rápido la mató de un agresivo pisotón. Se sentía realizado. Con el pie la empujo hacia una esquina, apagó la luz y se echó a dormir. Sin concebir el sueño, vio una nueva mancha en la pared, por curiosidad prendió la luz y efectivamente, era otra cucaracha, se preguntó si también volaba, antes de que pudiera averiguarlo la mató a quemarropa sobre la pared. No lo podía creer, ¡dos cucarachas en una noche! Un especie de record para la invasión de animales desagradables en su cuarto. No estaba acostumbrado a recibir visitas imprudentes. También la empujó hacia donde estaba el primer cadáver, que por cierto tenía ya unas cuantas visitas de hormigas; percibió que nunca había visto hormigas voladoras, o a lo mejor sí y las confundió con una mosca o mosquito. Idea que pronto rechazó.
Ahí estaba la guerrera, enfrentándose valientemente, riéndose, mofándose de un ser que puede ser más de un millón de veces más grande que ella. Raymundo –por fortuna- vio dónde aterrizó y rápido la mató de un agresivo pisotón. Se sentía realizado. Con el pie la empujo hacia una esquina, apagó la luz y se echó a dormir. Sin concebir el sueño, vio una nueva mancha en la pared, por curiosidad prendió la luz y efectivamente, era otra cucaracha, se preguntó si también volaba, antes de que pudiera averiguarlo la mató a quemarropa sobre la pared. No lo podía creer, ¡dos cucarachas en una noche! Un especie de record para la invasión de animales desagradables en su cuarto. No estaba acostumbrado a recibir visitas imprudentes. También la empujó hacia donde estaba el primer cadáver, que por cierto tenía ya unas cuantas visitas de hormigas; percibió que nunca había visto hormigas voladoras, o a lo mejor sí y las confundió con una mosca o mosquito. Idea que pronto rechazó.
Con la luz prendida y el monótono ruido del abanico, sólo se sentó en la cama, vio que había una pequeña mancha de sangre en la pared, y estaba muy cerca del aire acondicionado, ¡claro, entran por los orificios libres que hay entre la pared y el aparato! Rápido tapó el orificio horizontal con un tuvo viejo, y el vertical con unos cables del Internet, también viejos. Luego especuló que en alguna casa vecina rociaron insecticida, y recordó vagamente que el día anterior su padre le dijo que vio una rata, rosa y pequeña.
Volvió a prender la televisión, le cambió al canal de animales y curiosamente había un documental sobre cucarachas. Lo que más le sorprendió, y alarmó, fue el dato que decía que si ves a una cucaracha en tu casa, podría haber miles en la misma. Y el que una cucaracha puede sobrevivir hasta nueve días sin cabeza, tras morir de hambre. Raymundo mejor apagó la TV y se volvió acostar, pero ahora con la luz prendida y siempre alerta, sin ánimos de dormir, sabía que iba a ser una noche larga.
Tras no ver ninguna otra invasora, llego poco a poco el sueño. Estaba entre el sueño y la realidad cuando sintió como si le pasaran un hilo por el pie, no le tomo importancia, pues estaba más dormido que despierto. Después sintió como si le hubieran echo cosquillas en las plantas de los pies, abrió los ojos, voltio al otro extremo y no estaba solo en la cama, ahí se encontraba una posible prima hermana de las primeras dos cucarachas. De un salto salió de la cama, con el guarache intentó bajarla, pues no la iba a matar en el lugar donde dormía, no pudo bajarla y la cucaracha se escapó hacia el fondo del cuarto donde se encontraban los cajones con su ropa, discos, libros y tele; abriendo los cajones y pegándole a la cómoda, la cucaracha salió, pero acompañada de otras dos, ¡y las nuevas eran voladoras! Raymundo quería explotar de miedo, sueño, angustia, asco, coraje e impotencia. Primero eliminó a la que le estaba haciendo cariñitos en la cama, después pisó a una voladora que estaba cerca de la puerta, y la otra se escapó. Raymundo no lo podía creer, había matado a cuatro cucarachas en menos de dos horas, ¡la cantidad que había matado quizás en cinco años! ¡Y una seguía libre!
Tras no ver ninguna otra invasora, llego poco a poco el sueño. Estaba entre el sueño y la realidad cuando sintió como si le pasaran un hilo por el pie, no le tomo importancia, pues estaba más dormido que despierto. Después sintió como si le hubieran echo cosquillas en las plantas de los pies, abrió los ojos, voltio al otro extremo y no estaba solo en la cama, ahí se encontraba una posible prima hermana de las primeras dos cucarachas. De un salto salió de la cama, con el guarache intentó bajarla, pues no la iba a matar en el lugar donde dormía, no pudo bajarla y la cucaracha se escapó hacia el fondo del cuarto donde se encontraban los cajones con su ropa, discos, libros y tele; abriendo los cajones y pegándole a la cómoda, la cucaracha salió, pero acompañada de otras dos, ¡y las nuevas eran voladoras! Raymundo quería explotar de miedo, sueño, angustia, asco, coraje e impotencia. Primero eliminó a la que le estaba haciendo cariñitos en la cama, después pisó a una voladora que estaba cerca de la puerta, y la otra se escapó. Raymundo no lo podía creer, había matado a cuatro cucarachas en menos de dos horas, ¡la cantidad que había matado quizás en cinco años! ¡Y una seguía libre!
A Raymundo le era imposible pensar en un posible nido de ‘cucas’ detrás de la tele, porque las que había salido eran grandes y algunas voladoras, así que no tenía idea de dónde provenían las antedichas huéspedes.
Tras haber leído la teoría darvinista y la selección natural, se quejó de la humanidad por haber inventado un insecticida. Pues por ejemplo, cinco de las diez cucarachas roseadas de veneno sobreviven, por lo que quiere decir que estas cinco tienen mejores defensas, son más fuertes y aspiran a ser mejores; estas se reproducen y sus genes poderosos prevalecerán en sus crías, y en las crías de sus crías y así sucesivamente, hasta que después de muchos años probablemente tengamos cucarachas resistentes a todo, que puedan respirar bajo el agua o convertirse invisible para el ojo humano. Entonces los humanos no dominaremos el mundo.
Tras haber leído la teoría darvinista y la selección natural, se quejó de la humanidad por haber inventado un insecticida. Pues por ejemplo, cinco de las diez cucarachas roseadas de veneno sobreviven, por lo que quiere decir que estas cinco tienen mejores defensas, son más fuertes y aspiran a ser mejores; estas se reproducen y sus genes poderosos prevalecerán en sus crías, y en las crías de sus crías y así sucesivamente, hasta que después de muchos años probablemente tengamos cucarachas resistentes a todo, que puedan respirar bajo el agua o convertirse invisible para el ojo humano. Entonces los humanos no dominaremos el mundo.
Raymundo, como buen escribano, decidió documentar la contingencia con las cucarachas. Tomó una pluma y en el primer papel que vio escribió: “Quisiera tener poderes que me hagan percibir vidas de cucarachas en este cuarto, muy aparte de la mía, así, si no percibiera vidas, significara que no hay cuc…”, de pronto la pluma dejó de brindar tinta, fue por otra pluma que tenía en su mochila que estaba sobre un clavo en la pared de la puerta, abrió el cierre, metió la mano para sacar la pluma y se encuentra ni más ni menos con centenares de cucarachas, ¡en la mochila! Muchas de ellas salieron volando, otras caminando asustadas. Raymundo ahora sí se asustó en serio, rápido abrió la puerta y bajó corriendo las escaleras, al ir bajando a la sala se dio cuenta que sus padres estaban leyendo el periódico, a esas altas horas de la noche. Tras un grito desesperado pudo atraer la atención de los papás, ellos voltearon y a la media vuelta, Raymundo se desvaneció, pues sus padres tenían cabeza de cucaracha, una cabeza babosa y negra con grandes antenas que llegaban hasta el techo.
Raymundo despertó en su cama, tranquilo, era de mañana, todo estaba en su lugar, sin cucarachas; luego empezó a gritar, llegaron sus padres a tratar de calmarlo pero Raymundo no dejaba de moverse eufóricamente en la cama. ¿Cómo es que un sueño te puede traumatizar?
Raymundo despertó en su cama, tranquilo, era de mañana, todo estaba en su lugar, sin cucarachas; luego empezó a gritar, llegaron sus padres a tratar de calmarlo pero Raymundo no dejaba de moverse eufóricamente en la cama. ¿Cómo es que un sueño te puede traumatizar?
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