Por ese eterno deseo insatisfecho

Percibimos la realidad, la interpretamos; despues la criticamos y la analizamos, luego proponemos y la transformamos.

domingo, 25 de abril de 2010

El lugar donde la vida cobra culpa y sufrimiento

Imagínenme en misa de quince años de mi hermana. Nadie imaginó que fuera ir alguna vez a misa después de haber despertado hacia mi uso de razón y libre albedrío. Siempre he sido disidente a la iglesia y sus hipocresías, no estaba cómodo, pues efectivamente no sabía qué hacer, no sé persignarme, no pude adivinar los diálogos de los rezos pues los mencionan muy rápido. No es que sea ateo o agnóstico, de hecho creo que es irracional concebir al mundo sin un Dios, la creencia de la existencia de él es necesaria para el hombre. Sin embargo, con todas esas disidencias ahí estaba, en el lugar donde debidamente la vida cobra culpa y sufrimiento; y no es buen lugar para vivir, quizá es un factor del por qué algunos sacerdotes son bien enfermos.

Ahí estaba, representando el peor sermón de Jesús, después de que el padre celibato se callara para pasarle el micrófono a alguna de sus colegas, las sirenas de las patrullas al fondo se escucharon al mismo tiempo que la banda norteña de un carro que iba pasando y que el lloriqueo del niño de la vecina. Después que pasara el carro que traía música sobre gente que mata a gente, no volvió a pasar ni uno solo a lo largo de la misa. Una ráfaga de aire levantando polvo, tres holgazanes en la esquina esquivando el polvo de sus ojos y un perro sucio ladrando casi al compás de la música del coro. Era una tarde un tanto lúgubre, y un tanto cotidiana.

Los padrinos leyeron unas palabras devotas, seguidos de la quinceañera y de los padres de la misma. Ya estaba aburrido, y con lo asfixiante del lugar y el posible crecimiento de una ampolla en el pie a causa de la novedad de los zapatos no se puede pensar a gusto, pero eso no evitó preguntarme si los monaguillos eran victimas de pederastia, recordé que un compañero de la secundaria era monaguillo de esa misma iglesia, siempre fue problemático y enigmático, no quiero hacer conclusiones. El sacerdote se miraba buena persona, hacia chistes comprometedores, aunque no fuera buena la broma el pueblo se reía, siempre se ríe de los chistes sacerdotales por que si no se ríe nos vamos al infierno. Cuando salen esos chistes dan hartas ganas de quitarle el micrófono y decirle que me cuesta mucho trabajo creer en su Dios, un Dios que se basa en el sufrimiento de la tierra para poder ser felices eternamente en el paraíso, y que además no puedo estar eternamente en el paraíso con semejante persona que todo ve, que está en todos lados, que todo lo sabe, que todas las cosas que pasan es porque él quiso, que mata a miles en Haití después de que ese pueblo literalmente ya estaba muerto.

El padre citó un libro escrito por un famoso psicólogo, se llama “El arte de amar”, y dijo que muchos se acercan a Dios para que les vaya bien en el trabajo y ganar más dinero. Y es cierto. Muchas pero muchas personas que conozco sólo van a misa cada venida del Papa o cuando se enferman, y sin embargo se creen católicos, se van de fiesta y hacen miles de pecados un sábado, y al domingo siguiente se confiesan y ya todo está resuelto. Como si en uno de los pecados hayan contraído SIDA y al confesarse desapareciera. No alimentan al espíritu y descienden a la hipocresía moral.

Al finalizar la misa llevé –en el carro- a la fiesta a mis abuelos maternos y a una vecina de la misma condición. Mi abuela iba diciendo que el Padre dio muy bonita la misa y que era buena persona, que hay unos Padres bien sangrones, como el de la López, que un día no le quizo bendecir agua que por que no iba seguido a la Iglesia, y si seguía así se iba a ir al infierno, lástima que mi abuela sólo se pudo defender con que aun es ama de casa, lo cual no es pretexto. Descreer es muy difícil, pero ya le advertí a mi madre que no volveré a ir porque que en la iglesia fui peor que un preso que lo buscan readaptar en la cárcel, como el ratón que vi en la fiesta huyendo con un pedazo de tortilla, asustado y con la pregunta si volveré.

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