
No sé por qué diantres pensé que la piel canela era diferente...
Pero cuántas veces no me he quemado el labio inferior por quererla pasar mejor, mejor en mis pensamientos sobre estos tiempos tan costosos, costosos para el desamor.
Hay que llenar a Mazatlán de amapolas y toloache, que las celebridades no sean los de las municiones, sino los que por la raza hablan y por su gente trabaja.
Pero cuántas veces no le he llorado a esta sociedad de instintos banales, donde lo que ganas monetariamente, es lo que vales en esas fiestas, fiesta de farsantes, una reunión egoísta y espuria que no distinguen lo que hay dentro, los pensamientos y lo que hay fuera, el comportamiento, la conducta que sólo para hablar sirve y para mover al mundo: las ideas.
Hay que llenar a Mazatlán de amapolas y toloache, que las celebridades no sean los de las municiones, sino los que por la raza hablan y por su gente trabaja.
Pero cuántas veces no le he llorado a esta sociedad de instintos banales, donde lo que ganas monetariamente, es lo que vales en esas fiestas, fiesta de farsantes, una reunión egoísta y espuria que no distinguen lo que hay dentro, los pensamientos y lo que hay fuera, el comportamiento, la conducta que sólo para hablar sirve y para mover al mundo: las ideas.
Se viene el sentir, para gozar jamás, el reggae, sabina, panteón y la siempre maldita peligrosa nostalgia.
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