...Que de alguna manera nos impactó. Muy buena publicidad de la librería gandhi. Ya veníamos diciendo este barullo respecto a la imágen y la superficialidad de la sociedad en sí. Un mundo que se basa en el consumismo no es si no un lugar dependiente; ¿en dónde se encuentra la verdadera felicidad si no es uno mismo? Quizá me torné un poco individualista pero, creo que el mundo aspira a ser tan independiente como bien intencionado, donde la innegable adicción de comprar no tenga una conexión emocional. Donde no dependamos de carros, ropa, mtv ni seven eleven para ser felices.
Se cuenta de la filosofía cínica, fundada por Antístenes en Atenas alrededor del año 400 antes de Cristo. Este Antístenes había sido alumno de Sócrates, el que un día iba pasando por un estilo tiaguis, donde vendían un monton artículos, entonces allí se quedó parado y exclamó: "cuántas cosas que no me hacen falta".

"Para los cínicos la verdadera felicidad no depende de cosas externas tales como el lujo, el poder político o la buena salud. La verdadera felicidad no consiste en depender de esas cosas tan fortuitas y vulnerables, y precisamente porque no depende de esas cosas puede ser lograda por todo el mundo. Además no puede perderse cuando ya se ha conseguido.
El más famoso de los cínicos fue Diógenes, que era discípulo de Antístenes. Se dice de él que habitaba en un tonel (tunel o barril) y que no poseía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. (¡Así no resultaba fácil quitarle la felicidad!) Una vez en que estaba sentado tomando el sol delante de su tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que si deseaba alguna cosa, él se la daba. Diógenes contestó: "Sí, que te apartes un poco y no me tapes el sol"
Los cínicos opinaban que el ser humano no tenía que preocuparse por su salud. Ni siquiera el sufrimiento y la muerte debían dar lugar a la preocupación. De la misma manera tampoco debían preocuparse por el sufrimiento de los demás.Hoy en día la palabra cínico y cinismo se utiliza en el sentido de falta de sensibilidad ante el sufrimiento de los demás". (El mundo de Sofia, Jostein Gaarder; p. 154,155)
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